Historia

La oveja «xalda» pertenece al tronco del Ovis aries celticus. Sabemos con seguridad que los astures tenían ovejas, además de por los restos arqueológicos conservados en algunos castros, a través de dos citas de autores clásicos: una, recogida en el Edictum Diocletiani de Pretiis Rerum 25, en el que se menciona la lana «Asturicensis», y otra, en el libro III de la Geographika de Estrabón (H. 29-7 e.C.) en donde se habla del «sagus» o túnica que acostumbraba a llevar este pueblo, de lana negra, pues ese era el color que tenían sus ovejas.

En la fundación del Monasterio de Oubona (Tinéu), en el año 780, aparecen inventariadas «triginta oves».

En las ordenanzas de Uviéu del año 1274 se dice:
«Primeramientre de la carne: Establecemos que la carne del carnero daquí asturiano, que vala el quarto del mellor e mui bono diez y ocho dinero.»

En el Libro Tumbo del Monasterio de Balmonte (Miranda) encontramos:
«En este año de 1604 valen los corderos en esta tierra cinco o seis reales de un año, que es como suelen darlo al Monasterio.»

En 1701 el Monasterio de Balmonte volvió a aforar a los vecinos del pueblo de Cuevas por 150 años. Pagaban anualmente, en común, 330 reales y además, cada cincuenta años, un carnero de empadronamiento; un vecino era el encargado de hacer el pago en nombre de todos. El último carnero fue entregado el año 1801.

Las Ordenanzas Concejiles de Arenas de Cabrales de 1726, recogían en el Capítulo 16, que los vecinos que tuvieran ovejas y cabras, vigilarían por turno de un día el rebaño que se hiciese con los carneros bajo multa de ocho reales y dos días seguidos si faltaran a ese compromiso. El día señalado para reunir los carneros en el corral del Concejo era el 25 de julio. Los Celadores y dos técnicos expertos ordenaban la castración de los más débiles y escogían los de mejor raza y abundantemente enlanados para padrear.

En las Ordenanzas Generales del Principado de Asturias de 1781, con la esperanza del crecimiento de las cabañas ganaderas, se proponían premios importantes y ventajas en los pastos a los vecinos que mantuviesen doce vacas nodrizas, cien ovejas o cien cabras.

En 1782 Jovellanos al hablar sobre la ganadería de los vaqueiros, se detiene en sus ovejas y así las describe:
«Es verdad que sus ganados son pequeños; sus ovejas me parecieron un medio entre las merinas y las churras comunes, acaso porque la corta emigración que hacen anualmente, o bien la sola excelencia de las hierbas que pastan, puso la finura de sus lanas en medio de las otras dos clases.»

En este mismo siglo XVIII en el Catastro del Marqués de la Ensenada, se habla de una Asturias con 595.000 ejemplares de ovino, 353.307 de vacuno, 278.448 cerdos, 197.874 cabras y 28.111 caballerías. Estos censos se pueden mantener hasta mediados del siglo XIX.

En el siglo pasado, en la década de los 40, comienza la extinción de la xalda, a causa de las plantaciones en los montes comunales de especies foráneas, disminuyendo así los rebaños en muchas de las sierras en donde pastaban. Municipios del occidente como Tinéu, Allande, Salas, Eilao, etc., sufrieron grandemente las plantaciones masivas en los montes vecinales. En pueblos como Brañaivente (Salas), los vecinos no tuvieron más remedio que emigrar hacia Alemania, Bélgica… por culpa de “La Forestal”, que les arrebató los pastos en los que el ganado vacuno, los rebaños de ovejas y cabras y las yeguadas pacieran a lo largo de miles de años. No debemos olvidar también que en el oriente las xaldas fueron sustituídas por otras razas (carranzana, latxa) más lecheras, orientadas a la producción del queso: Cabrales, Camonéu, etc.

En otros pueblos, la falta de gente, de pastores, acabó con la vecera: «Se terminó porque la gente escaseaba

No obstante, en la década de los 40, se venden muchas xaldas (sobre todo añojos) para L.laciana y El Bierzo (León). Al Partido de Sierra (Cangas del Narcea) iban a comprarlas los tratantes, a pueblos como Mieldes, en donde eran abundantes los rebaños, así como en las ferias de El Puertu (Sumiéu) y Tinéu. El censo oficial en esta época ascendía a 293.080 ovejas, siendo xaldas la mayoría de ellas.

Cuando en 1982 se describe la «oveja xalda», su censo era muy pequeño (apenas 800 hembras en todo el Principado). En aquel momento no se materializó la idea de hacer una Asociación. El número de hembras fue disminuyendo, así como los carneros (en algunos de los rebaños ya no eran xaldos). Nos encontramos entonces con una población que conservaba la pureza racial pero que estaba muy envejecida.

Así fue como en 1992 se creó por fin la Asociación de Criadores d’Oveya Xalda (ACOXA) para la conservación de la raza.

La xalda, como hemos podido ver, es una oveja de origen celta lo mismo que la Ouessant de la Bretaña, la Cochddu (negra galesa) del País de Gales, la Morite (oveja de los paramos) de las Islas Shetland en Escocia, la Skudde, la Weibe Gehörnte Heidschnucke y la Moorschnucke de Alemania.

La Vecera

Para hablar de la Vecera, sigo fielmente el trabajo de investigación que hiciera el Equipu Bueida en el concejo de Quirós, el cual fue publicado en la revista Cultures en 1991.

La Vecera es una compleja organización que el pueblo realiza para pastorear en conjunto todo el rebaño (ovejas y cabras) que tiene cada una de las unidades familiares. Vecera es también la denominación que recibe ese rebaño.

El ganado menudo era un complemento económico importante en la vida del campesino. La aportación proteínica que se sacaba de ella era fundamental en una dieta alimentaria bastante pobre.

De las ovejas y cabras se aprovechaba la leche para comer cuajada o para hacer queso, además de la lana y la piel: «la lana vestía a todo el pueblo».

En los pueblos en donde nunca hubo vecera, por lo menos que se acordase de ella la gente, se ponía como excusa para no tenerla lo lejos que quedaban los pastos. La vecera tenía que salir y volver todos los días al pueblo. Por el verano ascendía hasta lo más alto de las montañas. La distancia era determinante para que fuera posible llevar y traer el mismo día la vecera. Por lo que, si el pueblo se localizaba en el fondo del valle no merecía la pena: «No tenemos vecera ¿no ves que el puerto está mui lejos?»

En los pueblos en donde las cabras no eran numerosas, éstas iban junto con las ovejas. Hubo también cambios: en el pueblo deVil.l.axime (Quirós) solo había vecera de ovejas, pero después de la guerra civil la importancia del ganado caprino creció, hasta que tuvieron que hacer vecera de ovejas y vecera de cabras.

Durante el invierno, cuando caen grandes nevadas, la vecera podía no salir. Entonces permanecía estabulada alimentándose, ovejas y cabras, a base de fuechaos, es decir, haces de hojas de roble, abedul o fresno. Si no había nieve, la vecera salía y podía dividirse en dos o más veceruques. El tiempo era malo, las hembras parían y había que bajar los corderos al volver, andaban los lobos… Cambiaba la organización: se reducían los turnos a la mitad y tocaba cuidar más a menudo: «El pastoreo era de un día por cada seis ovejas. Durante el invierno era de cuatro ovejas un día». Así la vecera grande se dividía y participaba más gente en el pastoreo.

Había también vecerina de corderos y de chivos. La vecera era muy dura para las crías, pues los pastos se encontraban a mucha distancia. Así la vecerina permanecía en los prados de los alredores del pueblo o en una ladera que se dejaba para ella en el terreno comunal. Esta forma de vecera se organizaba a la vez que la grande, aunque antes de salir en vecerina, los corderos podían estar en las cuadras o en los prados de sus dueños. En los meses de junio o julio ya podían ir con la vecera.

Las Ordenanzas del Principado de 1781, otorgan a las Juntas de Agricultura de cada Concejo el establecimiento de veceres en las parroquias.

Al entrar el mes de abril se hacía una Xunta en los pueblos con el fin de censar los animales de cada casa. Los días de pastoreo estaban muy delimitados para que el reparto fuera también equitativo. Las ovejas que sobraban a la hora de hacer las cuentas del reparto de turnos se tenían en cuenta para la correura (vez) siguiente. Se conservan todavía en la memoria de la gente cada uno de los detalles: «Eran seis ovejas cada día a todas las correuras; si tres, un día cada medias correuras, por cinco igual que por tres y por ocho igual que por seis… Durante el invierno por cuatro se pastoreaba un día; por ocho, dos; por cinco una vuelta un día y a la cuarta vuelta se pastoreaba dos».

De otra manera «El que tenía pocas no le tocaba pastorear a menudo». Todo el mundo sabía lo que tenía que cuidar el vecino y no se admitían diferencias o gente que no cumpliera con su turno.

La existencia de multas es clara. Se sabía perfectamente que nadie podía dejar de cumplir con su parte porque si no la vecera corría el riesgo de desaparecer inmediatamente.

El turno pasaba de casa en casa recorriendo todo el pueblo y siguiendo siempre el mismo orden: «Ya se sabía la vez por donde iba. Por la tarde, desde que venía, que recogía cada uno las suyas, había que llevar la seña. Descuida, que a nadie se le olvidaba; todo el mundo tenía poca gana de pastorear.»

El enemigo principal del rebaño era la niebla: se perdían las ovejas y podía venir el lobo. Para conjurar el nublado, los zagales rezaban algún conjuro, como éste que recogimos en Salceo (Grau):

«Escampla nublina escampla
que ta’l llobu tres la campa,
cumiendu la uvea prieta ya
mirandu pa la blanca
que nin ya tuya nin mía
senón de la Virxe María.»

O este otro en El Pedrosu (Onís):

«Escampa nubladina escampa
Qu’anda’l llobu per Camba
Comió la oveya ñegra
Y pregunta pola blanca
Que non é tuya
Nin é mia
É de la Virxe María

Perspectivas futuras

El futuro de la oveja xalda es sumamente esperanzador. Desde que se creó, la Asociación de Criadores d’Oveya Xalda (ACOXA) viene desarrollando una tarea importante en la recuperación de su censo, integrando anualmente a nuevos criadores y trabajando en el Libro Genealógico.

En la actualidad hay registradas más de 5000 hembras y 200 carneros.
La lana sigue empleándose en la confección de la vestimenta para el traje del país .

Hoy su crianza está orientada a la producción de corderos para carne.

«Oveyu Xaldu»

Las características organolépticas de la carne xalda no tienen ningún parecido con la de los corderos de razas foráneas que se han prodigado en Asturias en detrimento de la nuestra, a la que llegaron a desplazar con el único argumento de su mayor rendimiento cárnico, consecuencia de su mayor tamaño, y su mejor adaptación a sistemas de ganadería intensiva en los que el engorde forzado se antepone a la crianza natural. El régimen de ganadería extensiva en que crecen y se desarrollan los rebaños xaldos con grandes extensiones de terreno a su disposición y totalmente alejada del hacinamiento de las cuadras y cebaderos, distará de ser rentable para el criador, pero es una garantía para el consumidor en estos tiempos en que se suceden los escándalos sanitarios provocados por la calidad de lo que comemos.

Y lo que comemos es, en este caso, un alimento cuyo sabor resulta tan atractivo como peculiar, seguramente más cercano en el recuerdo al cabrito que al cordero a que estamos habituados. Una carne muy fibrosa a la vez que tierna, de hebras brillantes y tacto suave, con la grasa justa para que el magro no resulte seco y el plato naufrague en manteca.

Una carne, en fin, que poco a poco se recupera desde el negro pozo en que estuvo a punto de perderse para siempre, pues nuestra xalda bordeó la extinción como raza y solo el empeño de unos pocos evitó el desastre. A esos pocos se une usted desde el momento mismo en que opta por su consumo: los rebaños crecerán al ritmo que marque la demanda. Aunque parezca paradójico, a veces comer equivale a conservar esa parcela de la naturaleza que son los animales que nos ofrecen su carne.

Francisco Pañeda Alonso

Denominaciones según edades o estados

Oveyu / Curdeiru,a / Cordiru, cordera: Desde que nacen hasta que van a cumplir el año.
Andoscu,a: De año.
Marón / Carneiru / Carniru: El carnero que esta padreando.
Marondia / Mañecía: Oveja en celo.
Peollera / Mueble: Rebaño.